crónicas flamencas en la prensa de siglos pasados

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miércoles, 3 de agosto de 2011

Huertas no fue catedrático de guitarra

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La entrada que traemos hoy está dedicada a un cáncer que se extiende entre los responsables de diseñar las enseñanzas musicales en España. Los conservatorios viven de espaldas a la música de tradición oral. Aun recuerdo a aquel que afirmaba 'mientras yo dirija este centro el flamenco no entrará aquí'. El flamenco está divorciado de las enseñanzas musicales (con las excepciones de Córdoba, Sevilla, Jerez y pocos lugares más). Es inaudito que se crea aun hoy que el flamenco no se aprende, pues ya me dirán como logró Chacón hacer sus creaciones, no creo que fuese por obra del Espíritu Santo.
El cronista del diario madrileño La Discusión protesta el 31 de marzo de 1857 y se muestra muy cabreado tras conocer que no se concederá una cátedra de guitarra a Trinidad Huertas tras la reforma de 1857. Lean la noticia, no tiene desperdicio.
El Conservatorio de Madrid fue creado en 1830 (La Gaceta 23/6/1830) a instancias de la reina María Cristina. Tras profundas crisis económicas en 1857 se modifica el reglamento y se traslada la sede al Teatro Real, inaugurado en 1850. La reforma se inscribía dentro de la conocida como Ley Moyano que establecía la escolarización obligatoria hasta los 14 años. El 9 de septiembre de 1857 se aprueban dos reglamentos firmados por Novedal (carlista fundador del Partido Católico Nacional) y Salaverría. El segundo de estos Reglamentos que fue el definitivo, estableció la división de las enseñanzas musicales en estudios superiores y estudios de aplicación.
El no contar con Huertas suponemos que se debió a que la guitarra no era digna de aparecer entre las asignaturas que ofrecía el conservatorio. Debieron pasar ochenta años. Hasta enero de 1936 no hubo guitarra en los conservatorios. Regino Sáinz de la Maza sería el primer catedrático de guitarra en el Conservatorio de Madrid. Hoy, en 2011, sigue sin estar la guitarra flamenca (la más clásica de las guitarra españolas) en el iReal Conservatorio de Atocha. Pesadilla de país.