crónicas flamencas en la prensa de siglos pasados

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sábado, 5 de octubre de 2013

Flamenco, género de ida y vuelta

3 comentarios:
Desde casi siempre, cuando se habla de flamenco atlántico los focos se centran en La Habana y el Río de la Plata, dejando de lado plazas tanto o más influyentes, Veracruz, Lima.

Veracruz

Ya nos referimos a los sones jarochos en una entrada que parece inspirada por éste fragmento de un artículo anónimo de costumbres y trajes nacionales

La Jarochita, El museo mexicano 1844, p. 249

Sones españoles, del interior y propios descompuestos a su antojo (como hacemos todos). Ahí está otra vez la guanábana, y ¡mira la bamba! y el tapatío, juntitos todos en El museo mexicano de 1844.

México, la Nueva España, y Perú, tierra firme, aportaron zarabandas*, chaconas**, fandangos, jarabes, sones jarochos, proporcionando compás y armonía para acompañar el cante que duele. Este proceso de siglos llevó consigo una ralentización notable del aire original, más orientado a la monodia cantable que al baile. Y no hay que estar muy ducho para afirmar que, si el fandango del XVIII (menor y bailable) tiene mucho de indiano, también lo tendrán las cientos de variaciones que sirvieron de soporte armónico-rítmico nada menos que a soleares y seguiriyas.

Puerto de El Callao, Perú

Creo que en hispanoamérica está anclada una buena porción de la tradición de acompañar a lo barbero (técnicas de pulgar y rasgueo). No hay más que ver las alzapúas del tres o la bandola venezolana. Por no hablar de la mano izquierda***.


La Habana

Cuando Estébanez Calderón afirmó que 'En vano es que de las Indias lleguen a Cádiz nuevos cantares y bailes de distinta, aunque siempre de sabrosa y lasciva prosapia; jamás se aclimatarán si antes, pasando por Sevilla, no dejan en vil sedimento lo demasiado torpe y lo muy fastidioso y monótono a fuerza de ser exagerado', la flamencología lo tomó al pie de la letra.

Bahía de Cádiz

Llevan los neoflamencos medio siglo introduciendo en su música instrumentos de la más diversa procedencia, preferentemente norteamericanos, norteafricanos, árabes e indios. Pero el que se ha colado sin enterarnos casi ha sido el cajón peruano. O el tres cubano de Raúl Rodríguez. ¿Por qué será?


Puerto de Sevilla

Llevo años estudiando el vil sedimento al que se refiere El Solitario. En 1989 llegué diciendo que el flamenco es un género de ida y vuelta y me llamaron de todo****. Un cuarto siglo después empieza a asomar, tímidamente, cierta apertura hacia lo americano como algo más que la linda mulata bailando el tumbao de un tambor, entelequia que naturalmente lo sitúa lejos de la gravedad jonda. Y eso que Jonduras está en Centroamérica.

* Panamá 1539
** Algunos la hacen peruana, digamos mejor potosiana. Así lo cantó Lope de Vega en El amante agradecido (1602):
Vida bona, vida bona
y esta vieja es la chacona
de las Indias a Sevilla
ha llegado con la posta
*** que del zapateo ya hablé y me cayeron encima. Ni hablar del cajón peruano comparándolo, por ejemplo, con el sitar.
**** Cádiz y La Habana como puertos de transculturación. Actas del Congreso de Musicología Ibérica. Lisboa, Junio 1989.